Un 31 de marzo de 2015, el politólogo Oscar Bottinelli recordó que la historia de los blancos siempre estuvo marcada por alguna división, por dos corrientes que la constituían y que en cada tiempo se amalgaman bajo nombres diferentes.
Ya el 16 de mayo de 2019 insiste con la misma idea y da como referencia una división que ya había advertido Washington Reyes Abbadie cuando dijo que, en realidad, en el Uruguay existen cuatro partidos: los blancos caudillistas, los blancos principistas, los colorados caudillistas y los colorados principistas.
La primera que menciona es la de “amapolas” y “vicentinos”. ¿Qué fueron?
Esta división se refiere a la conformación de dos grupos que se ubicaron en órbitas diferentes durante el gobierno de Bernardo Prudencio Berro.
Berro y los principios de la fusión fueron impuestos por decreto a poco de asumir el poder. Identificado como uno de los males de la república, fue inflexible en esta determinada iniciativa en contra de identificar más que corrientes de opinión en la vida política nacional.
Con divisa, no.
Cuando el partido blanco comenzó a reconstuirse, Berro se mantuvo al margen. Mientras, el Club Libertad fue constituyendo un núcleo de notabilidades que incluso integraron el gobierno. Arrascaeta, Estrázulas, Caravia, participaron como ministros y en su pasaje a la Cámara de Senadores comenzaron a dar batalla para el control de la cámara alta.
Los asientos para senador por Montevideo y Soriano estaban vacíos. Los suplentes a convocar eran Joaquín Errasquin y Vicente Nubel. Pero la Comisión de Legislación, explica Eduardo Acevedo en sus Anales, se oponía a dar venia a Errasquin porque era primo de Berro. Y tampoco quiso dar visto bueno a Nubel porque era socio comercial de los hermanos Errasquin, ambos senadores.
Como la Constitución señalaba que el Estado Oriental jamás será patrimonio de persona o familia alguna, los amapolas utilizaron este artículo para presionar a Berro y rechazar a los suplentes.
La presidencia estaba en juego
Es que la cuestión fundamental era contar con la cantidad de sufragios suficientes para votar a un presidente de la cámara alta funcional a uno de los grupos, amapolas o vicentinos, porque el titular del Senado era un rol fundamental de cara a la campaña electoral de 1864.
Sin votos para llamar a los suplentes, se retiraron de sala Manuel Errasquin, Atanasio Aguirre, Nicolás Zoa Fernández, Manuel Herrera y Obes y Tomás Villalba. Victoriosos, se quedaron en sala Estrázulas, Caravia, Vázquez, Brid, Ruiz y Joanicó.
Honda conmoción causó esta sesión de 1863. A punto de ingresar la revolución de Venancio Flores, con el Senado dividido y con los caudillos, blancos y colorados, opuestos al presidente Berro y con los pertrechos prontos.
¿Cómo termina la historia?
Te recomendamos el libro "El gobierno de Don Bernardo B. Berro: Recopilación de documentos históricos", de Demetrio Erausquin. Seguinos en nuestra newsletter de Nautamedia Historia! Estamos construyendo una comunidad de personas interesadas en la historia uruguaya.