Bernardo Berro nació en 1803, en Montevideo. Su padre, Pedro, se casó con Juana Larrañaga, hermana del presbítero Dámaso Antonio. Larrañaga, el cura, fue un ilustrado oriental con gran vocación por el conocimiento, destacado por sus incursiones por tierra adentro para estudiar botánica, zoología, geología e incluso paleontología.
En el año del nacimiento de su sobrino, Bernardo, el presbítero contaba con 32 años y estudios universitarios, además de un firme empleo como capellán de las milicias montevideanas. Por la época, además, integraba los cuadros de curas que trabajaban en la novel Iglesia Matriz.
Cuando Larrañaga escribió su Diario del viaje de Montevideo a Paysandú, Bernardo era un adolescente de 12 años. El tío era una figura influyente y ese viaje de 1815 lo afirma: el párroco de la Matriz fue a limar asperezas entre el Cabildo de Montevideo y el Jefe de los Orientales, José Artigas, en su campamento de Purificación, en el año de mayor influencia del caudillo.
El tío recibió a los brasileños, ¿en qué anda el sobrino?
Posteriormente, Larrañaga trabajó en la conformación de la actual Biblioteca Nacional, en 1816. La instaló en el Fuerte de Montevideo, el lugar donde hoy se encuentra la Plaza Zabala. No era una tarea para cualquier persona. Y Larrañaga no era uno más a finales de la década del 1810. Bernardo aún era joven, pero era un chico muy culto.
Cuando llegaron las tropas portuguesas con Lecor, Larrañaga formó parte del comité que agasajó al invasor. También formó parte del Congreso Cisplatino que decidió la incorporación de la Banda Oriental al Imperio, con el nombre de Provincia Cisplatina. Ya en 1823, con Larrañaga enfrentando la ceguera, y en su puesto frente al Vicariato de Montevideo (un cargo de la iglesia, como el de obispo), estuvo al lado de los brasileños cuando el Grito de Ipiranga.
Su sobrino, Bernardo, se incorporó al ejército sitiador de Montevideo cuando la Cruzada Libertadora llegó a la capital de la provincia, en 1825. Fue comisario de guerra hasta 1826 y, al final de la guerra con Brasil, en 1828, retornó a los negocios de la familia.
Independencia de Uruguay
Ambos vuelven al ruedo político en el primer gobierno patrio de Fructuoso Rivera. Dámaso, como un prestigioso senador que impulsó leyes para restringir la aplicación de la pena de muerte y para impulsar la educación terciaria en el país. No es poco en un país acostumbrado a la violencia y la dura vida. Bernardo como integrante de la redacción del periódico “La Endiablada”, opositor al gobierno.
En la Batalla de Carpintería, de 1836, Bernardo prestó su espada y tras el encuentro recibió el grado de capitán. Al otro año, integró la Cámara de Diputados y allí comenzó su participación plena en la política grande, al lado de Manuel Oribe. Éste, aún en el cargo, le ofreció a Larrañaga ser el primer rector de la Universidad de la República, proyecto truncado por las divisiones en el país. Su carrera ascendió durante la Guerra Grande (1839 - 1851), al integrar la cocina política de Oribe y su gobierno en el Cerrito.
Mientras, la Guerra Grande encontró a Dámaso ciego y prácticamente jubilado. Su alto prestigio e influencia en todo el Río de la
Plata le permitió continuar con su labor religiosa y tener un retiro sin persecuciones, primero en el Montevideo sitiado y después en su quinta, a las afueras de la ciudad amurallada, en el actual barrio Atahualpa, completamente dedicado a la botánica y la ciencia. Falleció en el dificilísimo año de 1848 y ambos gobiernos rindieron sendos homenajes y reconocimientos. Bernardo, por su lado, construyó una sólida carrera política por encima de las banderas políticas y fue el último presidente que blandió las ideas del “fusionismo”.
La ciencia, la filosofía, la política, sin duda son la marca de estos familiares que vamos a seguir descubriendo en Nautamedia Historia. Súmense al newsletter para conocer más sobre nuestro pasado, estamos construyendo una comunidad de personas interesadas en la historia nacional.