
Un 2 de mayo de 1801 nació en Montevideo Atanasio de la Cruz Aguirre Aguado. Al estallar la Cruzada Libertadora, el joven Atanasio se alistó en el nuevo ejército y desarrolló una carrera relevante como comisario de guerra, relata el libro de biografías de Fernández Saldaña, presente en nuestra sección Biblioteca.
Atanasio Aguirre, el comisario
En 1833 ya era comisario general. Años después, en pleno gobierno de Manuel Oribe, el derrocamiento del mandatario encuentra a Aguirre plegado a las huestes oribistas y junto a ellas participa del gobierno del Cerrito durante la Guerra Grande.
Finalizado el conflicto, su figura surge con mayor destaque. En el gobierno de Francisco Giró, por ejemplo, estuvo del lado del derrocado y el posterior gobierno provisorio de Venancio Flores le entregó el pasaporte para que se exiliara.
Retornó con la normalidad gubernamental del gobierno de Gabriel Pereira, hombre fuerte de la segunda mitad de los años 1850. En ese período ya se había constituido como un político de fuste.
Atanasio Aguirre, el político
Ya en el gobierno del Cerrito, Atanasio Aguirre ocupaba el cargo de representante de Minas. Llegó la Paz de Octubre de 1852.
En 1858 ingresa a la Cámara de Diputados como representante de Paysandú. Al otro año, se postuló como senador por Maldonado y venció al poderoso caudillo local blanco, Bernardino Olid. Y retoma su puesto en la cámara alta en 1861, cuando surge electo por el departamento de Salto.
Al llegar el año 1864, el problema de la sucesión lo encuentra en el sillón de la cámara alta. El presidente Bernardo Berro pretendió correr las elecciones, pero la división entre “amapolas” y “vicentinos” lo impidió, por lo cual el mandatario contó con la fuerza suficiente para que la presidencia del Senado la ocupe Aguirre. Y de allí, a la presidencia interina, el 15 de febrero.
Atanasio Aguirre, el presidente
Malos tiempos para ejercer la primera magistratura. Un ejército impotente ante la Cruzada Libertadora de Venancio Flores, la invasión brasileña y los problemas de relacionamiento en la región, a lo cual se suma una disputa despiadada que dejó al país al borde de la ruptura. Pero, aún así, y como dice Fernández Saldaña, Aguirre se encaprichó en “una guerra por la cual no tenía medios para concluir”.
En diciembre de 1864, como respuesta al inicio del bombardeo a la ciudad a orillas del río Uruguay, Paysandú, Atanasio Aguirre ordenó la quema de los cinco Tratados de 1851 que nos ataban al Imperio de Brasil.
Aplastada Paysandú, el temor ardió en Montevideo. ¿Se podía repetir el infeliz episodio sanducero en la capital oriental? Paysandú cayó el 2 de enero de 1865; el 15 de febrero, Aguirre entregó el poder a Tomás Villalba.
Luego, Atanasio Aguirre se fue al Paraná a bordo de una cañonera española, la Vad-Ras, y luego gracias al vapor Tevere. Volvió recién en 1867, para vivir sus últimos años en su quinta de Reducto. Lejos de la actividad pública, con la salud golpeada, su final llegó el 28 de setiembre de 1875.
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