Vizconde de Mauá, el mayor inversor del sXIX

Una vida rica en influencia fue la de Irineu Evangelista de Sousa, el vizconde de Mauá. Nacido en 1813 a pocos kilómetros de nuestro país, en Yaguarón, a los cinco años perdió a su padre y familiares suyos se ocuparon de sus primeros años. A los 9 años ya tenía un empleo. Cuatro años después ya era socio de su patrón, pero como debía crédito a un escocés, el visitante lo apadrinó y lo apoyó financieramente en sus comienzos autónomos.

En su juventud y con capitales ingleses encontró las políticas pro importación del gobierno una oportunidad para instalar su primera empresa. Viajó a Inglaterra en 1840 y a su retorno, en 1844, instaló una fábrica de tubos de hierro para entubar un arroyo de Río de Janeiro.

Con la fundición de este mineral comenzó su verdadero reinado, pues a caballo de la industria siderúrgica y la naval, se hizo un lugar entre los empresarios de su tiempo. En 1854 fue el constructor de la primera línea de ferrocarril de su país. También desarrolló la telegrafía y la electricidad.

Fue el gran prestamista del gobierno imperial y de la Defensa de Montevideo. Con el tiempo, pasada la Guerra Grande, también prestó fondos a las provincias argentinas. A tal punto que le otorgó un crédito al Brasil para que compre toda la caballada de Justo José de Urquiza, dejando prácticamente a pie al ejército argentino que peleó la Guerra de la Triple Alianza.

La crisis financiera de 1864 fue su talón de Aquiles, pero se recuperó. Con la crisis de 1873, su descenso fue definitivo. Pagó todas sus deudas, pero prestigio y capacidad de impulsar nuevos proyectos ya quedaron en épocas pretéritas.

Falleció en Petrópolis en 1889. Su deceso coincide con el final de la época imperial de Brasil y el inicio de un viaje tan ajetreado en la vida brasileña que la mirada hacia el vizconde pasó de la negativa visión de sus exacreedores a la prestigiosa posición de impulsor del desarrollo norteño.

 

 

Autor
Pablo Ibáñez
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