Diego Lamas, mal militar pero gran administrador

Daguerrotipo de Diego Lamas. Biblioteca Nacional.
Daguerrotipo de Diego Lamas. Biblioteca Nacional.

Un 12 de noviembre de 1810 nació Diego Lamas, como era habitual, en la casa de sus padres, el gallego Benito Lamas y la criolla María Tiburcia Palomeque, indica la biografía de personalidades uruguayas de Fernández Saldaña. 

Ingresó al ejército en 1829 y, ya en el gobierno de Manuel Oribe, asumió como ayudante de Servando Gómez. Se mantuvo al lado del general durante toda la Guerra Grande. Al finalizar la contienda, fue designado Jefe Político de Minas (hoy Lavalleja), y se mantuvo hasta la caída del presidente Juan Francisco Giró.

Con Gabriel Pereira, asumió la jefatura política de Salto y jefe militar del norte de Río Negro. En 1858, luego de la Hecatombe de Quinteros, fue ascendido a coronel. E incluso fue uno de los nombres mencionados para presidir el país a partir de 1860, pero la elección recayó en Bernardo Berro (1860 – 1864).

Comenzó como ministro de Guerra y Marina de Berro pero al año fue destituido. El mandatario, de todas formas, le otorga el grado de coronel mayor. Su influencia militar y política estaba en pleno ascenso cuando estalla la Cruzada Libertadora de Venancio Flores.

Lo derrotó en Las Cañas, al sur de Salto, en 1863. Tal fue la pérdida que los soldados debieron cruzar hacia Argentina para llegar a Salto. Sobre el retorno, hay dos versiones: que fue una forma de “fake-news” el ascenso otorgado por el gobierno de Berro a todos los soldados derrotados, cuenta Fernández Saldaña, “por la heroica retirada de (Monseñor) Vera”; y que el retorno hacia Salto fue “heroico” y casi sin perder soldados.

La victoria de los revolucionarios de Flores en 1864 lo obligó a él y a todos los generales del gobierno de Berro al exilio en Entre

Portada de libro de García Selgas.
Portada de libro de García Selgas.

 Ríos (Argentina). Muchos lo señalaron como uno de los padres de la derrota; lo cierto es que se enfrentó a una alianza militar y política que protagonizará varios estragos más a lo largo del continente.

“Militar sin calidad sobresaliente”, dice el biógrafo, “cabían en cambio los predicados de buen funcionario, progresista y excelente administrador”. 

A tal punto que, cuando el gobierno de Venancio Flores exigió los estados contables del país, Lamas envió a través de Tomás Villalba un compendio tan preciso del uso que le dio a los recursos públicos que fue clasificado como “satisfactorio”. 

Falleció en la ciudad entrerriana de Concordia en 1868. Sus hijos, Gregorio y Diego, fueron generales de Aparicio Saravia. 

Autor
Pablo Ibáñez
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