Carmelo Colman, de la gloria a la miseria

Carmelo Colman en el cuadro de Blanes. Museo Blanes, Wikipedia.
Carmelo Colman en el cuadro de Blanes. Museo Blanes, Wikipedia.

Carmelo Colmán tenía 24 años cuando atravesó el río Uruguay el 19 de abril de 1825, como integrante del primer lanchón de los Treinta y Tres Orientales. Era el más joven de la Cruzada Libertadora

Colman es nieto de Melchor Colmán, quien arribó en 1741 desde las islas Canarias españolas a una indómita ciudad de Montevideo. Nació el 16 de julio de 1801 en la chacra de su padre en Peñarol, por entonces un lugar lleno de chacras como las de los Larrobla, los Freire, los Piedracueva o los Crosa, como recuerda el profesor Emilio Tacconi.

Muy joven, con 17 años ingresó al escuadrón del entonces capitán Fructuoso Rivera, ya sobre el final del proceso artiguista. Huyó a Buenos Aires y se involucró con los integrantes de la Cruzada Libertadora. 

Participó en la Batalla de Sarandí del 12 de octubre de 1825 como integrante del regimiento de Dragones, recuerda Fernández Saldaña en su libro de biografías.

Hacia 1828, Colmán está inscripto en el regimiento n.º 9 de Caballería. Cuando cambia de nombre a regimiento n.º 1, también se lo puede ubicar. Después desaparece, sin embargo sus servicios eran conocidos porque tuvo promociones hasta llegar al grado de teniente primero. 

“Pero del silencio puede inferirse también que su carrera de armas no tuvo relieve”, dice Fernández Saldaña. Su amor estuvo durante cinco décadas en la chacra familiar, que labró hasta el final de sus días. 

El 16 de mayo de 1876 una carroza fúnebre adornada con grandes lujos atravesó las calles pobres de Peñarol para llevarse al veterano vecino de pasado glorioso. El carro recorrió la zona rural montevideana para llegar al Panteón del Cementerio Central. 

Un año antes fue inmortalizado por Juan Manuel Blanes en su famoso cuadro El Desembarco de los Treinta y Tres Orientales; es el último hombre de la derecha, de poncho colorado y mano alzada, según la descripción del propio autor en el quién es quién.

Los documentos militares indican que “la familia no dispone de los medios para comprar el cajón en la que se le ha de dar sepultura”, exequias que fueron pagadas por el Estado que él ayudó a fundar en su juventud.

Fue el penúltimo cruzado con vida, sólo superado por Tiburcio Gómez, quien falleció en 1882.

Autor
Pablo Ibáñez
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