Cuando el presidente Juan Francisco Giró emprendió la primera gira oficial de un mandatario por el interior del país lo que observó fue un desierto de personas y ganados, situación que marcó como un objetivo a revertir. Hay un capítulo de Nautamedia Historia dedicado a este punto aquí.
Por ejemplo, una de las medidas que impulsó fue la instalación de colonias y poblados. Uno de ellos fue la Villa Artigas, en 1852. Fue la primera ciudad que rememoró al viejo prócer fallecido dos años antes en Paraguay, prueba cabal de que las noticias sobre José Gervasio todavía hacían ruido en el Estado Oriental.
La Villa Artigas era una parada conocida por los lugareños. Primero se llamó Guardia Arredondo (1792-1800) y luego Pueblo Arredondo (1801-1852).
Ese homenaje que el presidente de la época, un integrante de la revolución oriental artiguista y posterior miembro de los masones que facilitaron la cruzada libertadora, se borró con un decreto del presidente José Claudio Williman.
Es que en 1910 los gobiernos uruguayo y brasileño firmaron un tratado limítrofe que marcó la coadministración del río Yaguarón, la laguna Merín y los territorios fronterizos. En homenaje al diplomático brasileño que negoció el acuerdo de límites esa ciudad pasó a denominarse Río Branco, por el barón homónimo.
Pero no todo es olvido, porque la memoria hizo que en la celebración del bicentenario de la ciudad, en 1992, se construyan sobre la plaza central de la localidad, la plaza Artigas, cuatro arcos que recuerdan el nombre que fue, en definitiva, la primera muestra de cariño al protector de los pueblos libres luego de su fallecimiento.