El héroe patrio, el campeón de la Cruzada Libertadora, Juan Antonio Lavalleja, intentó la guerra civil tres veces, siempre derrotado por el primer presidente constitucional de Uruguay, Fructuoso Rivera, que, sin otra tarea mayor que defender la institucionalidad, gastó sin apoyarse en la institucionalidad, a discreción. Tan así que la salud y la educación fueron muy malas, a veces peores, que en la época de la colonia.
Los maestros cobraban 60 pesos al mes en 1831. En 1832, les ofrecieron 40 pesos a los docentes que enseñaran a 40 alumnos y 60 mensuales para los que impartieran clases a 100 estudiantes. Pero al otro año les consultaron si podían hacer lo mismo con 25 pesos y cobrándoles a las familias más pudientes.
En 1833, un grupo de vecinos de Rocha se quejó porque el médico trucho del pueblo, un brasileño que se dedicaba a la orfebrería, solamente sabía recetar "yema de huevo mezclada con azúcar".
Exploraremos en este capítulo los tumultuosos primeros años de la República Oriental del Uruguay, centrados en la relación conflictiva entre dos de sus figuras más prominentes: Fructuoso Rivera y Juan Antonio Lavalleja. Analizaremos cómo sus divergencias llevaron al país a una guerra civil y cómo estos eventos moldearon la historia política del joven país.
La Fragilidad de una Alianza entre los Caudillos
Durante el primer año del gobierno de Fructuoso Rivera, la relación entre el presidente y Lavalleja parecía prometedora. Los dos caudillos incluso se paseaban del brazo por las calles de la capital. Sin embargo, esta alianza era tan frágil como una copa de cristal, y pronto se rompería, desatando una serie de conflictos que definieron el paisaje político de la época.
La paz entre Rivera y Lavalleja no duró mucho. A medida que se desarrollaban los eventos, quedó claro que ambos líderes tenían visiones muy diferentes para el futuro de Uruguay. Estas diferencias, combinadas con las tensiones inherentes a la lucha por el poder, llevaron a una serie de levantamientos y conflictos armados.
El Golpe de 1832
El 28 de junio de 1832, en pleno invierno, se produjo un golpe coordinado. Mientras en Durazno se desataba el conflicto, en Montevideo, el general Eugenio Garzón se levantaba en armas, declarando que no reconocería otra autoridad que no fuera la de Lavalleja. Esta insurrección marcó el inicio de una serie de enfrentamientos que sacudirían al país.
La situación se complicó cuando el mayor Santana, quien lideró el golpe contra Rivera, acusó al presidente de varios crímenes graves, incluyendo el atentado contra la propiedad y la malversación de fondos. Estas acusaciones reflejaban el profundo descontento y la desconfianza que existía entre los diferentes sectores de la sociedad uruguaya.
Lavalleja y la Resistencia
Juan Antonio Lavalleja, conocido por su afinidad y manejo financiero que incluía el uso de patacones argentinos, se convirtió en el líder de la resistencia contra Rivera. Lavalleja no solo contaba con el apoyo de diversos grupos dentro de Uruguay, sino que también buscó aliados en las provincias argentinas, particularmente con el caudillo federal Juan Manuel de Rosas.
A pesar de sus esfuerzos, los levantamientos liderados por Lavalleja no lograron derrocar a Rivera. En varios enfrentamientos, las fuerzas de Rivera superaron a los insurrectos, llevando a Lavalleja y sus seguidores a buscar refugio en Argentina. Esto no impidió a Lavalleja volver a intentar nuevas insurrecciones desde el exilio.
Las Consecuencias de los Conflictos Armados
La guerra civil tuvo un impacto devastador en la vida cotidiana de la frágil república naciente. La educación, por ejemplo, sufrió enormemente. En 1832, el presupuesto estatal era de 800 mil pesos, de los cuales solo 19 mil se destinaron a la educación. Los maestros recibían salarios miserables, y el gobierno intentó reducir aún más sus sueldos para financiar la construcción de nuevas escuelas.
La salud pública también se vio afectada. En Montevideo, la atención médica era accesible, según se comprenda la accesibilidad en esos años del siglo XIX, pero en el interior del país la situación era precaria. Un ejemplo notable es el caso de Rocha, donde el médico local, un brasileño que se dedicaba a la platería, recetaba yema de huevo con azúcar como remedio para diversas enfermedades tal como reveló Eduardo Acevedo en sus Anales.
La Cultura bajo el Gobierno de Rivera recibió la censura del letrista del himno
El gobierno de Rivera también implementó medidas de censura en el ámbito cultural. En 1833, se estableció una comisión inspectora encargada de examinar, aprobar, desechar o reformar todas las composiciones destinadas a ser exhibidas en el teatro. Esta comisión incluía a figuras prominentes como Francisco Acuña de Figueroa, reflejando el control que el gobierno quería ejercer sobre la producción cultural del país.
A pesar de estos desafíos, hubo algunos avances. El gobierno de Rivera fue el primero en otorgar el derecho a la jubilación a los maestros, un paso importante hacia el reconocimiento y el apoyo a los educadores.
La Intervención Extranjera
La guerra civil no solo involucró a los actores internos, sino que también atrajo la atención de potencias extranjeras. Ya mencionamos a Juan Manuel de Rosas, el caudillo federal argentino, que se involucró en el conflicto con el ofrecimiento de apoyo a Lavalleja y sus seguidores. Esta intervención complicó aún más la situación, llevando a una mayor inestabilidad y prolongando la duración del conflicto.
Rivera, por su parte, contó con el respaldo de militares argentinos unitarios, incluyendo al general Lavalle, conocido por su papel en el asesinato del gobernador Manuel Dorrego.
La Resolución del Conflicto
Finalmente, después de varios intentos fallidos de Lavalleja por derrocar a Rivera, se llegó a una resolución. En 1834, Ignacio Oribe y Servando Gómez, negociadores en nombre del gobierno de Rivera, propusieron un tratado de paz que incluía un indulto general, compensaciones económicas y la devolución de tierras a quienes las habían perdido durante la revolución.
Lavalleja, sin embargo, respondió con demandas extravagantes, incluyendo la creación de un tribunal internacional para juzgar a Rivera y sus ministros. Estas demandas fueron rechazadas, y Lavalleja se vio obligado a aceptar los términos del gobierno.
¿Escuchamos el podcast?
El conflicto entre Rivera y Lavalleja tuvo profundas repercusiones en la sociedad uruguaya. La guerra civil y las sucesivas insurrecciones no solo causaron pérdidas humanas y económicas, sino que también dejaron una huella duradera en la política y la cultura del país. ¿Quizás en el posterior surgimiento de los partidos tradicionales uruguayos?
La educación, la salud y la cultura fueron sectores particularmente afectados, reflejando las dificultades que enfrentaba el joven país para construir una sociedad estable y próspera. A pesar de estos desafíos, la resolución del conflicto marcó el comienzo de un período de relativa estabilidad que permitió a Uruguay avanzar hacia la consolidación de sus instituciones democráticas.
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