
La victoria final de Paysandú a manos de la escuadra de Tamandaré, los soldados de Mena Barreto y la caballada de Flores finalizó en la primera semana de enero de 1865.
Según relata Washington Lockhart en el libro biográfico de Flores, que presentamos en nuestra Biblioteca, a los triunfadores les costó llegar a Montevideo solo tres semanas.
En el Cerrito, Venancio Flores leyó una proclama larga. En ella, hizo referencia al “despotismo” de Manuel Oribe y los “abusos de 1856”, para luego compararlos con el “respeto a la propiedad y la vida” que garantizó el paso de su marcha.
También dijo que se vio colocado en la posición de aliado del Imperio de Brasil y calificó como vandalismo la quema de los Tratados de 1851 (alianza, límites, comercio y navegación, préstamo de socorro y extradición).
Recordemos que Flores y Berro fueron hasta la casa de Justo José de Urquiza para abrir la posibilidad de mejorar las condiciones de estos tratados firmados con Brasil.
Se va un presidente provisorio, llega un presidente interino
El 15 de febrero finaliza el período provisorio de Atanasio Aguirre, presidente que cubrió entre el final del mandato de Bernardo Berro y la organización de elecciones que jamás pudieron desarrollarse.
Así que le tocó la tarea interina a Tomás Villalba. Se abocó a la tarea de terminar la guerra lo más rápido posible. Mandó traer de vuelta al embajador uruguayo en Paraguay, aliado en este conflicto. Envió delegados a los sitiadores para negociar la paz.
El objetivo se concretó en cinco días. El 20 de febrero, Manuel Herrera y Obes (padre de Julio Herrera y Obes, secretario de Venancio Flores y el cuidador del perro Coquimbo a la muerte del general), firma la claudicación.
Enfrente, la temida escuadra de Tamandaré, con sus cañones apuntando a los muros de una Montevideo temerosa, llena de comerciantes nacionales y extranjeros dudosos del destino de sus propiedades. Y de sus vidas.
La fecha, el 20F, no era casual: Mena Barreto insistió para que las tropas desfilaran por Montevideo el mismo día de la Batalla de Ituzaingó.
¿Cómo juzgará la historia a Tomás Villalba?

Es una de esas preguntas sin final. Por un lado, los orientales de su tiempo lo asediaron. Así lo relató el propio ministro Paranhos en el senado brasileño: “la vida del señor Villalba corrió peligro”.
Por otro lado, el propio Lockhart entiende otra cosa: “hasta podría sostenerse que la paz del 20 de febrero sirvió para fortificar nuestra independencia”. Esto debido a que Flores, como aliado, y Villalba, al claudicar, también sirvieron como amortiguadores de las apetencias de argentinos y brasileños.
Términos que apenas pudieron pensar tanto mitristas como pedristas, porque muy poco después enfilaron hacia Paraguay.
De Montevideo al Paraguay
Firmada la paz el 20 de febrero, Venancio Flores llega a la capital uruguaya tres días después. Y en los siguientes tres días instala gobierno. Para esta vez, evita tanto el uso de la divisa que incluso asumirá como ministro de Hacienda el señor Juan Gómez, el hermano de Leandro.
Junto a él, José Antonino Vidal en Gobierno (una especie de primer ministro o secretario de Estado), Carlos de Castro en Relaciones Exteriores y Lorenzo Batlle en Guerra y Marina.
Pero en el resto de la administración, la bandera fue la de los colorados. Inequívocamente. Ningún profesor universitario, ningún oficial del ejército que no sea colorado. El exilio blanco fue la norma.
Y los dos años de Revolución Libertadora florista solamente fueron para que Venancio esté en Montevideo como gobernador provisorio apenas cuatro meses.
20 de febrero – Firma de la paz
23 de febrero – Llegada de Venancio Flores a Montevideo
26 de febrero – Instalación del Gobierno Provisorio y asunción de los nuevos ministros
28 de marzo – Declaración de Guerra del Paraguay a la Confederación Argentina
1º de mayo – Tratado de la Triple Alianza firmado en Buenos Aires
21 de junio – Partida de Venancio Flores y el ejército oriental hacia el Paraguay
De tal forma que la siguiente visita de Flores a Montevideo fue recién dos años después, en 1866. Se hizo del poder, dejó a su camarilla y se fue a una guerra que duró un tiempo largo, tanto que demolió todos sus planes.
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