En el primer gobierno patrio, dirigido por Fructuoso Rivera, no había fondos para la educación primaria. El total de gastos estatales era de 800.000 pesos; de ellos, solamente 16.000 pesos iban a la instrucción de los niños.
Los maestros cobraban 60 pesos al mes. Sin jubilación, hecho que cambió en 1831. En junio, además, les descontaron 10 pesos para crear un fondo capaz de impulsar la instalación de más escuelas en los poblados que no las tenían. Pero cuatro meses bastaron para dar de baja esta decisión porque la cantidad recaudada no podía impulsar esta política.
Dos años después, el gobierno definió que los sueldos docentes deberían adecuarse a la cantidad de alumnos que tenían en sus clases. Con menos de 45 estudiantes, correspondían 500 pesos al año: 41,60 pesos al mes. Si estudiaban 100, cobraba 720 pesos al año: 60 pesos.
Pero la situación del país era agobiante. Así que nuevamente se recortó el presupuesto escolar. Para esta ocasión, el gobierno le pidió a las Juntas Económico Administrativas, lo que hoy serían las intendencias, a que consulten a los maestros si estaban dispuestos a cobrar 25 pesos mensuales, casa en la escuela, útiles para los alumnos más pobres y la solicitud de un pago a las familias de los alumnos con mayores recursos.
La gratuidad y obligatoriedad serían ideas muy posteriores.