Desembarco de los 33 Orientales: el día después

El objetivo primordial de la Cruzada Libertadora era retornar a la Provincia Oriental a las Provincias Unidas. Si lo explicamos en modernos términos, que Uruguay forme parte de Argentina. Así de limpio lo exponemos. 

¿Por qué decimos esto? Bueno, forma parte de la proclama que leyó Juan Antonio Lavalleja y que los diarios de la época publicaron algunos días después en sus páginas.

Lavalleja les decía a los patriotas cosas como “la gran nación argentina, de la que sois parte”. Y además, aguardaba que las Provincias Unidas nos envíen militares cuando avanzó con: “las provincias hermanas solo esperan su pronunciamiento para protegeros”.

¿Y cuál era el objeto de todo esto? También está en la proclama: “Constituir la provincia bajo el sistema representativo republicano en uniformidad a las demás de la antigua unión”. Esa “antigua unión” era la vieja jurisdicción colonial.

Si les interesó y quieren leer la proclama completa, repasen el discurso de Lavalleja del 25 de agosto de 1825.

Y además tenemos un podcast dedicado al tema que se llama, justamente T01E07 Los Argentinos-Orientales que tiene un pequeño listado de saladeristas que aportaron financieramente a la campaña. ¿Por qué? Fundamentalmente porque el ganado oriental iba a los saladeros riograndenses, el gran competidor de ese lado del río.

Así que, ¿qué hicieron los Treinta y Tres Orientales una vez llegados a La Agraciada?

Ya en suelo oriental, lo primero fue ubicar la caballada. El encargado de esto era Tomás Gómez, un hacendado colaborador que

Andrés Cheveste, por Juan Manuel Blanes.
Andrés Cheveste. Por Juan Manuel Blanes.

 debió desviarse ante la próxima llegada de huestes pro brasileñas comandadas por Servando Gómez. Así que el baqueano Andrés Cheveste y Manuel Lavalleja partieron a buscar la caballada.

“Si Gómez no está, Cheveste llegará”, dijo Lavalleja, confiado en los conocimientos de un personaje siempre cercano a su familia. Atanasio Sierra y otros seis soldados consiguieron montura y fueron tras ellos. 

Cheveste logró llevarse la caballada de Julián Laguna, otro militar uruguayo al servicio del imperio, y con este gesto salvó la patriada. Del 19 al 23 de abril pasaron de 33 a 50 la cantidad de soldados por la revolución.

“¿Quién es?”, pregunta la avanzada. “Lavalleja”, responde el caudillo, y pide parlamentar con Laguna, quien rechaza sumarse a la revuelta. Así que se enfrentan y Lavalleja vence. Fue la primera victoria de las huestes orientales.

Pero nada es como parece: tanto Gómez como Laguna se plegaron muy poco después a la revolución y sitiaron la capital. Incluso Laguna custodiará durante generaciones a la espada de Lavalleja. La revolución estaba en marcha.

Desembarco de los 33 Orientales: la previa

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Autor
Pablo Ibáñez
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