Las pasiones desatadas en la década de 1850 no estaban totalmente vencidas tras la victoria militar de la Hecatombe de Quinteros, pero quedaron tan limitadas que los comienzos del gobierno de Berro se notaron con facilidad.
En todo el país residía, según el censo de aquel año, en 223.000 personas. Si recuerdan la cifra de 1830, unos 73.000 residentes, la población se triplicó. Diez años después, llegará a los 450.000 según Adolfo Vaillant. Así que, al crecimiento fuerte de los primeros 30 años, le sigue otro muy fuerte en el período que vamos a abordar. Inmigración, alta natalidad, etc., factores que las guerras internas y externas no van a detener a la hora de mirar el crecimiento de la población. Eso es más actual.
No hay un cuestionamiento fuerte a las ideas de nacionalidad ni nacionalismo, no hay un racismo como política explícita frente a las grandes olas de inmigración. ¿Será esto porque nuestra propia nacionalidad está en formación? ¿Porque la propia idea de nacionalidad y nación se está formando también en el mundo? Racismo hay, pero de eso ya hablaremos en el propio podcast, a partir de julio.
El “boom” ovino
Pero si hay algún facto que explica buena parte de lo bueno y malo del país es el crecimiento acelerado que llegó con la producción ovina y sus derivados. Las ovejas, cuya lana se podía retirar de a temporadas (no como las vacas porque para extraer su principal producto, el cuero, había que matarlas), y el apetito de los mercados internacionales por este producto (básicamente Inglaterra), abrió nuevas posibilidades para el país.
Porque la estancia era la misma de siempre. El cambio ya había ocurrido en ese rubro. Pasó de la vaquería, la caza de vacas salvajes al estilo “far west” con los rinocerontes (¿nunca lo vieron en las películas?) pasó al rodeo de ganado, con un baqueano ordenando al montón de vacas y toros para que no se escape ninguna. Ese proceso se había consolidado ya en 1850.
Ambos negocios comenzaron un proceso de florecimiento, por lo tanto, el precio de la tierra caminó a la par. Al inicio del gobierno de Berro, dice la Historia Económica de Uruguay en su tomo II, el precio promedio de la tierra era de 2 pesos por hectárea pero al finalizar el mandato ya estaba en 3,4 pesos.
A esto hay que sumarle el crecimiento de las razas “merinas” en el stock de ovejas. A diferencia de la raza “criolla”, los merinos eran demandados en el extranjero. Esto lo sabían los ingleses, franceses, españoles y alemanes que llegaban al país para comprar tierras y producir lanas. O los traían ellos o los compraban desde Argentina. Resultado: 4,2 millones de kilos de lana
exportados.
Y los dueños y políticos empezaron a comparar. Del mismo libro, la Historia Económica, podemos rescatar la apreciación del jefe político de Salto, José Gabriel Palomeque, sabía que en la misma extensión de tierra la renta era hasta cuatro veces superior con ovejas que con vacas.
Otra ventaja era la de la inversión inicial, mucho menor que con la ganadería bovina, lo que abrió la puerta a una nueva estructura de pequeños y medianos propietarios. Y todos crecieron en un extraño momento: la Guerra del Paraguay.
Pero para llegar a ese momento vamos a esperar la próxima temporada de Nautamedia Historia. Seguí con nosotros en el newsletter y compartí el crecimiento de esta comunidad de personas interesadas en la historia uruguaya.