Los años maduros de Bartolomé Hidalgo (1816 - 1822)

Monumento a Bartolomé Hidalgo. Foto: Wikipedia.
Monumento a Bartolomé Hidalgo. Foto: Wikipedia.

Dejamos a Bartolomé en 1815, cuando los artiguistas instalaron en la administración de la ciudad a Fernando Otorgués. Cuenta Falcao Espalter que el ya célebre Hidalgo se encargó del Coliseo de Montevideo, el centro teatral de la ciudad. Cambió radicalmente, según su relato. Tanto en vestuario, totalmente dedicado a los tres colores republicanos artiguistas, como en temática. Se cuentan dos unipersonales redactados por su pluma.

Fue su época de oro. Administrador eficiente y honrado, popular autor, destacado actor. Como todas las buenas épocas, duró poco.

El invasor brasileño amenazaba a la Banda Oriental. Para colmo, Napoleón es vencido en 1815 y se divulga la posibilidad del retorno de las fuerzas españolas que se embarcaban en Cádiz, bajo la nueva era de la restauración monárquica conservadora europea. A esto se suman las diferencias entre el gobierno porteño del Directorio con el ya proclamado Protector de los Pueblos Libres, José Artigas.

¿Qué podía hacer Bartolomé? Tenía buenos vínculos en Buenos Aires y hacia allá fue en 1816. El director porteño, Pueyrredón, jugaba con los portugueses. No había forma de que una misión de Hidalgo tuviera éxito. Ni punto medio que conformara a cabildantes montevideanos o artiguistas. Su carrera política comenzó su eclipse. Después de eso, los papeles que encontró Falcao Espalter lo ubican como director del Coliseo.

Con la llegada de los portugueses, de la mano de Francisco Lecor, nuestro poeta de la patria no aparece en ninguna lista de las tantas recepciones que Lecor recibió a su llegada a Montevideo. Tamaño silencio también cobró su lugar en el teatro montevideano.

El Cabildo le retiró su puesto. Marchó en 1817 a Buenos Aires. Se negó a ocupar cargos públicos. Allí buscó ganarse la vida con la venta de cielitos y publicaciones, un poco gracias a su fama bien adquirida. Y al parecer era bueno, porque en 1821 hay documentos de invitaciones que diversos poetas de su tiempo le elevaban para ornamentar las reuniones nocturnas de las casas literarias porteñas. Pero ya en esa época la enfermedad lo aquejaba.

En 1822 se casó con Juana Cortina. El cura que los casó fue el padre Silverio Antonio Martínez, el mismo cura que encontró en Paysandú, cuando Bartolomé servía al capitán Ambrosio Carranza, tal como recordamos en la nota anterior.

Bartolomé Hidalgo murió en la porteña zona de Morón, probablemente por tuberculosis en 1829, con 35 años de edad, sumido en la indigencia. Capaz, rodeado de algún amigo y su esposa. Hoy no sabemos dónde está enterrado. Se supone que fue inhumado en una fosa común.

De su mano quedaron escritas aquellas primeras intenciones de hacer del lenguaje popular y sus bailes un hecho artístico que refleje los cambios profundos de una sociedad que jamás volvió a ser lo que fue. Proveniente de la pobreza y del analfabetismo, Bartolomé Hidalgo llegó a codearse con los principales hombres de su tierra y de su tiempo. No es poco para una persona que está permanentemente peleando contra la inmortalidad y que la vence cada vez que alguien se acuerda que “orientales” es hoy una forma de decir, de decirnos, sobre la forma de vida de este margen del Río de la Plata.

Te invitamos a leer el primer artículo sobre el poeta de la patria en este link.

Si te gustó, hay una pequeña biografía sobre Bartolomé Hidalgo en este link que incluye un video de YouTube con una canción de Hidalgo, un intento por imaginarse cómo habrá sido una canción de él porque, en definitiva, no sabemos cómo eran.

 

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