A los 20 años, Robert Staples embarcó rumbo a Sudamérica para labrarse un futuro mejor. Como no era el hijo mayor de John, diputado por el condado de Antrim, debía conseguir una empresa para labrar su mañana y no encontró mejor lugar que Buenos Aires.
Robert llegó luego de las invasiones inglesas al Río de la Plata (1808 – 1810), con fondos frescos de la banca Montgomery. Pero la sociedad duró poco.
En 1811, Staples fue nombrado cónsul inglés en Buenos Aires por Jorge, el príncipe regente, posteriormente Jorge IV. El gobierno porteño nunca lo reconoció como diplomático.
Así que Robert finalmente se asoció con otro comerciante, John McNeile, y estableció la “Compañía de Carnes Staples, McNeile & Co.”, dedicada al tasajo elaborado con una técnica irlandesa para secar carne.
Staples retornó en 1812 a Londres para intentar convencer a los diplomáticos que reconozcan la independencia del Río de la Plata, sin éxito. Solo consiguió 1.200 libras esterlinas por las molestias ocasionadas ante el no reconocimiento oficial de su consulado.
Fue una persona muy querida por el gremio de comerciantes ingleses, a tal punto que le ofrecieron sostenerlo económicamente con un pequeño porcentaje de la actividad comercial a cambio de sus servicios.
¿Y dónde está Trápani en esta historia? En el saladero
Pedro Trápani abastecía con sus ganados a la Compañía de Carnes. Así lo indica Fernández D’Alessandro en “Ganado y Guerra”: “Terrateniente importante, Trápani abastecía el saladero que poseía en sociedad con los ingleses Staples y Mac. Neile. Pero la realidad era muy otra; el verdadero propietario era un noble inglés vinculado al Foreing Office: Lord John Ponsonby. Estos vínculos no pueden dejar de generar serias sospechas”.
Un penúltimo dato: el apellido completo de Robert era Staples Ponsonby. ¿Qué fue de su vida? En 1822, instalado en Londres, Robert se involucra en un jugoso empréstito para la revolución peruana que cayó con la renuncia de José de San Martín al título de Protector del Perú. Después de décadas de insistencia, el gobierno inglés reconoce la independencia hispanoamericana en 1823. Robert buscó el consulado en Buenos Aires, pero a él lo enviaron a México y remitieron al Río de la Plata a otro, Woodbine.
El Foreign Office prohibió que sus cónsules se dediquen a los negocios, pero Robert prestó dinero al gobierno mexicano y a espaldas de su Majestad y lo destituyeron en 1824. En 1831, sin empleo y sin dinero, se declaró insolvente. Murió pobre 20 años después, en Middlesex.
¿Y el socio? Según el artículo académico “Las armas y la revolución: comerciantes globales y la importación de armas en América del Sur”, de Deborah Besseghini, para la Universidad de Torino, McNeil fue un traficante de armas con 20 años de trayectoria.
Desde Buenos Aires traficó armas a los insurgentes chilenos y peruanos, en el marco de un mercado armamentístico que se convirtió en un verdadero adelanto de lo que después llamamos “la globalización”. Pero esa es una historia que contaremos más adelante.
Tenemos una biografía sobre Pedro Trápani disponible en nuestra sección de historias de vida, para profundizar un poco más sobre su rol durante la Cruzada Libertadora.
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