Con la caída de José Artigas, a Fructuoso Rivera lo identifican como el principal caudillo del país. Su relacionamiento con el Imperio Portugués de Juan IV (y luego del Grito de Ipiranga, con el rey Pedro I) es uno de los asuntos que más ruido hace en la historia de Rivera.
Por tanto, cuando el 29 de abril de 1825 se encuentra Lavalleja con Rivera, la neblina rodea a ambos caudillos: ¿fue apresado Rivera? ¿fue un convenio?
Hay varias lecturas del asunto. Se levantan las brumas de las madrugadas de Soriano entre dos líderes de la Banda Oriental.
Lavalleja le perdonó la vida a Rivera en el Abrazo del Monzón
Lavalleja hace referencia a la captura de Rivera el 28 de abril. El caudillo del Desembarco subrayó que fue Rivera quien le pidió el perdón a su vida y que se sumaba a “la empresa”, es decir, la Cruzada Libertadora.
El texto está en un artículo que ya publicamos en Nautamedia Historia que se llama “El recuerdo del propio Lavalleja y una pista del Abrazo del Monzón". Pero es un documento de parte, es de un excaudillo que estaba redactando sus Memorias y que al final de su vida se encontró con la posibilidad de dirigir al país junto a su excompadre.
Recordemos que existió una disputa abierta entre Lavalleja y Rivera entre 1827 y 1835 por la presidencia uruguaya. Al punto que Lavalleja fue a la rebelión en tres ocasiones contra la primera presidencia del país, ocupada por Rivera.
Pero hay otras lecturas.
Rivera se pasó al bando oriental en el Abrazo del Monzón
Por otro lado, un extenso hilo de Alan Mizrahi recuerda las palabras de Brito del Pino en su “Diario de la guerra con Brasil”, por el cual subrayó que Rivera tenía información sobre los pasos de Lavalleja y que se decide a pasar a los rebeldes en el Abrazo del Monzón.
Esta postura señala la reunión entre Juan Manuel de Rosas y Bernardina Fragoso de Rivera, en Treinta y Tres, durante la organización de la Cruzada Libertadora. El rol del famoso hacendado y saladerista porteño está muy documentado e incluso se sabe que aportó dinero para los Caballeros Orientales.
El ocupante, el general Carlos Federico Lecor, lo envía con 70 hombres al encuentro de los rebeldes. Según esta versión, en el Monzón le dice Rivera a Lavalleja: "Compadre estoy decidido: vamos a salvar la patria, y cuente usted para todo y en todo conmigo."
Lincoln Maiztegui buscó poner un poco de orden en este nebuloso encuentro. Por un lado, remarca que la influencia de Rivera en la campaña era más que suficiente para capturar a cualquier rebelde, señala el conocimiento que tenía de las operaciones para cruzar el río Uruguay, recuerda que peleó contra Bentos Manuel la Batalla de Sarandí (victoria riverista) quien fue un general brasileño amigo de Rivera y que hubiera sido bastante simple para el caudillo pasar al bando ocupante cuando quisiera.
Todo esto lo refiere el propio Rivera en varias cartas a su amigo Julio Gregorio Espinosa: básicamente dice “traidor de qué si me pasé yo”.
La niebla de los tiempos ubica a los dos caudillos en una turba de conflictos, posiciones encontradas durante varias décadas. Las miradas de ambos se encontraron dentro de la neblina entre el 29 de abril de 1825 y al menos el 12 de octubre de 1825, año fundamental para la independencia oriental. Y después las miradas se perdieron en el brumoso parto de los uruguayos.