El derrotero de Juan Galo Lavalle y su relación con Manuel Oribe

Estatua de Juan Lavalle en Jujuy. Foto: Todo Jujuy
Estatua de Juan Lavalle en Jujuy.
Foto: Todo Jujuy

El destino de Juan Galo Lavalle, un hombre que había luchado en las batallas más significativas del Río de la Plata, tuvo un giro trágico en su última década. Tras su exilio en Uruguay, Lavalle regresó a la escena política argentina en un último intento de cambio.

Este líder unitario era conocido por su participación en la Batalla de Ituzaingó y su papel en la Guerra contra el Brasil, que unió a la Provincia Oriental (Uruguay) con las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina). Su carrera militar lo llevó a enfrentar desafíos y peligros constantes, y su nombre se convirtió en un emblema de la lucha unitaria.

En 1838, Lavalle respondió al llamado de su compadre, el general Fructuoso Rivera, para unirse a la lucha contra el gobierno de Manuel Oribe en Uruguay. Su participación fue crucial en la Batalla de Palmar de ese inicial año, donde el ejército de Lavalle y Rivera salió victorioso.

Sin embargo, su ambición y deseo de cambio lo llevaron a tomar decisiones arriesgadas. Después de ser protegido por franceses, cruzó desde la isla Martín García hasta la provincia de Corrientes para liderar la invasión a Argentina. Desde allí, avanzó hacia Entre Ríos, pero fue derrotado en la Batalla de Sauce Grande.

Lavalle no se rindió y optó por invadir Buenos Aires, su antiguo bastión. Sin embargo, esta decisión resultó ser un error estratégico. Lo que siguió fue una serie de derrotas, que lo obligaron a recorrer varias provincias en una lucha desesperada contra las fuerzas federales leales a Juan Manuel de Rosas.

Lavalle recorrió provincias como Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Luis, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero y Tucumán. Su viaje fue una epopeya, pero también un recordatorio de su fracaso en la lucha por el poder en Argentina.

Finalmente, el 9 de octubre de 1841, Lavalle, acosado y perseguido, murió en una emboscada. Una bala fatal le arrebató la vida, poniendo fin a la vida de uno de los protagonistas más controvertidos de la historia argentina.

La noticia de su muerte se difundió un mes después, y Juan Manuel de Rosas, su antiguo rival, celebró la noticia con salvas de cañones y repiques de campanas. Rosas premió al soldado que afirmó haber disparado la bala que mató a Lavalle con tierras, ganado y una suma considerable de dinero. Hay versiones que afirman lo contrario, como describe esta otra noticia.

El cuerpo semipodrido de Lavalle fue tratado para impedir su descomposición. Fue despojado de la carne, su cabeza fue conservada en miel y su corazón en aguardiente. Sus restos se llevaron a Potosí, en Bolivia, donde recibieron honores del gobierno boliviano de Andrés de Santa Cruz.

La muerte de Lavalle marcó el fin de una era turbulenta en la historia argentina. Y el comienzo de otra. Aunque sus métodos y decisiones fueron ampliamente criticados, su legado persiste como parte integral de la narrativa histórica del país. Su vida fue una montaña rusa de triunfos y derrotas, un reflejo de la complejidad de la política y la lucha por el poder en el siglo XIX en el Río de la Plata.

Te invitamos a repasar la biografía de Lavalle en este link.

Contamos con un episodio que finaliza con la muerte de Juan Lavalle en este link.

Y hablamos de los primeros días de Lavalle en este artículo: Juan Galo de Lavalle: del Regimiento de Granaderos a Caballo a su encuentro con Manuel Dorrego

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