Un 28 de febrero de 1811 se alzó el pueblo oriental tras el Grito de Asencio, el puntapié inicial de la Revolución Oriental que comandó José Gervasio Artigas. La primera respuesta bélica se cernió sobre la Villa de Santo Domingo de Soriano, apenas dos meses después.
Este Grito formó parte de la Revolución del Río de la Plata, gestada desde la capital del Virreinato, Buenos Aires. Villa Soriano fue el puente entre esa potente ciudad y el resto de la Banda Oriental. No en vano Santo Domingo fue la primera localidad de la historia del país, como revelamos en este especial que celebra sus cuatro siglos. Pero volvamos al año I.
Hacia marzo y principios de abril, los orientales avanzaron hasta la localidad de Colla, actual Rosario, en Colonia. Desde Montevideo partió la flotilla de Juan Ángel Michelena, compuesta por 100 hombres que se subieron al bergantín “Cisne”, el falucho “Fama” y la balandria “Tortuga”, según cuenta Emilio Hourcade Leguisamo para la Revista Histórica; compartimos el texto al final de este artículo.
Michelena y los 100 hombres embarcados llegaron al puerto de Villa Soriano el 4 de abril de 1811. Frente a los realistas, las fuerzas rebeldes al mando de Miguel Estanislao Soler. Hourcade cuenta que ubicó a 50 milicianos de un lado del puerto y a otros 50 en el lado contrario, al comando de Venancio Benavídez, uno de los protagonistas del Grito de Asencio.
El combate en Villa Soriano
A la madrugada comienza el “parlamento”, entre los enviados de ambos bandos. Los realistas piden rendición y entrega de las
armas en dos horas de plazo, de lo contrario inician el ataque. Pero el capitán Francisco Montes y Larrea, en nombre de los rebeldes, le indica que no se van a rendir porque las armas estaban en manos de un grupo de patriotas que iba a defender los derechos de Fernando VII. ¿Cómo?
Porque hay que recordar que el inicio de la revolución fue la destitución del virrey nombrado por España para conformar una junta de gobierno. Españoles “peninsulares” y españoles “criollos” disputaban quién representaba mejor al rey español depuesto por Napoleón. Esta primera pelea devino en revolución para cortar los lazos con la madre patria, pero eso vendrá después. Recién estamos en abril de 1811.
No se rindieron. No hace falta explicar demasiado para entender que una bala de cañón de 18 libras, unos 8 kilogramos, hizo estragos en la ciudad. Eso se repitió durante toda la mañana, acompañado de disparos de metralla. La primera descarga fue entre las 09:45 y las 12:45, luego repitieron “parlamento” pero solo sirvió para provocar a los embarcados y que desciendan a tierra firme porque “son a los intrépidos patriotas que debe abatir y no a los ranchos del pueblo”. La provocación funcionó.
A las 15:00 horas, luego de un par de horitas más de metralla y bombas, desembarcaron los 100 soldados al mando de Michelena. La estrategia patriota fue dejar que lleguen al centro de la ciudad para contratacar. El capitán Eusebio Silva y Ramón Fernández ingresó con 50 milicianos, el capitán Ignacio Borrás y Venancio Benavídez lo hicieron con 40 hombres, y los capitanes Francisco Bicudo y Bartolo Quinteros golpearon con 60 milicianos.
Los provirrey no soportaron el ataque y volvieron a las embarcaciones solamente para sostener el fuego de artillería hasta las 17:00 horas. Con la llegada de las fuerzas de Manuel Artigas, los provirreinales se retiran a Colonia.
No fue un combate de la escala de la Batalla de Las Piedras, fallecieron dos realistas. Pero se pueden decir varias cosas.
Conclusiones del Combate de Villa Soriano de 1811
La primera es que fue la primera victoria de los futuros patriotas. La segunda, que el español Michelena ubicó el foco rebelde en la zona comprendida entre Villa Soriano y Mercedes y comprendía que ahí debía golpear, pero no le dieron los recursos necesarios porque tenía competencia con el virrey Javier de Elío. Tercero, que la Capilla de Villa Soriano sobrevivió a la acción militar e incluso conserva balas del cañón, hay una de 14 kilogramos incluso.
Hourcade también destaca que José Artigas y Soler, el enviado de la junta porteña, también tenían competencia. A tal punto que Soler saqueó a Villa Soriano y Artigas debió enviar una partida de militares para “poner orden”. Soler era sobrino político de quien en ese momento era el líder de la revolución, el jefe del regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra, y Soler llegó a ser nombrado como gobernador provisorio de la Provincia Oriental en 1814, cuando Buenos Aires identificó como “traidor” a José Artigas.
Pero bueno, eso fue algún tiempo después. Hoy, a 400 años del Combate de Villa Soriano, celebramos la resistencia de un primigenio pueblo de ranchos a la orilla del río Uruguay cuya resistencia fue crucial para la historia del país. ¿Qué hubiera pasado si aquellos pocos rebeldes hubieran claudicado en un momento de tanta fragilidad para la Revolución Oriental? ¿Hubiera ocurrido la Batalla de Las Piedras, apenas un mes y medio después, tal como la conocemos hoy?
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