A los 20 años se incorporó a las huestes de José Gervasio Artigas. Ya era un mozo de 20 años y la Revolución Oriental estaba en su fase final, en 1818. Hasta la derrota de 1820 estuvo entre las milicias criollas.
Y permaneció como soldado del ejército de la Provincia Cisplatina, e incluso firmó la aclamación de Pedro I. En 1825, la Cruzada Libertadora finalizó el ciclo lusobrasileño en este territorio.
Bajo las órdenes de Fructuoso Rivera, peleó en la Batalla de Rincón, con Rivera, e Ituzaingó, con Lavalleja, dos hechos bélicos fundamentales para la independencia en el marco de la Guerra con Brasil.
En el primer gobierno de Rivera estuvo del lado oficialista con su grado de coronel. Fue comandante general en Cerro Largo por decreto de Manuel Oribe.
Su valor estuvo en el parte de Ignacio Oribe tras la Batalla de Carpintería: “valiente entre los valientes”.
Para la Batalla de Palmar, formó parte del ejército derrotado. También en la Batalla de Cagancha. Se mantuvo con este último e incluso se fue con él a Buenos Aires, al comando de la Legión Fidelidad, en 1838.
La Guerra Grande comenzó con luces y terminó con sombras
Su época militar más destacada fue durante la campaña de Oribe por la Confederación Argentina. Para 1843 conoció a Venancio Flores: le mató a su jefe de escolta, el mayor Salazar.
En San Antonio, Salto, perdió ante las fuerzas de José Garibaldi, ya en 1846.
Y se fue opacando. Para Fernández Saldaña, su dependencia al alcohol (dipsomanía) lo afectó.
Además, muy vinculado a Justo José de Urquiza, Manuel Oribe observó problemas de fidelidad, sin relevarlo. Fue el primer militar uruguayo de renombre que se unió a las fuerzas de Urquiza que marcharon hacia Montevideo y que el enterriano conquistó prácticamente sin disparar una bala.
Después de la Guerra Grande
Los turbios diez años posteriores a la Guerra Grande encontraron a Servando Gómez defendió el gobierno depuesto de Francisco Giró y se enfrentó al Triunvirato Flores-Rivera-Lavalleja. Emigró y fue dado de baja en 1854.
Retornó en 1860 y combatió a Flores en la Batalla de Coquimbo, que perdió. Al parecer, según Fernández Saldaña, fue la ansiedad de Bernardo Olid la que precipitó el resultado.
Bernardo Berro sospechó de la fidelidad de Anacleto Medina y en enero de 1864 entregó la comandancia a Servando Gómez en plena Cruzada Libertadora de Venancio Flores.
Duró poco. En marzo tomó las riendas Lucas Moreno. Tampoco duró mucho, en agosto cayó Moreno porque no pudo defender Florida. El nuevo general en jefe era Juan Sáa, “Lanza Seca”, otro fracaso. Y en diciembre ocurrió el trágico sitio de Paysandú.
Servando Gómez se fue, “despechado”, a Montevideo. Fue jefe de la defensa de la ciudad entre el opaco gobierno provisorio de Atanasio Aguirre y el peor de Villalba, que abrió la capital a las fuerzas de Flores.
Así que el viejo general se fue a Entre Ríos. El 30 de mayo de 1865 murió en Gualeguaychú.
Recién en 1882 sus restos fueron trasladados a su vieja casona en el barrio de la Unión, en Montevideo.
Alto, rubio, su calvicie era cubierta con una peluca. Un punto que fue muy destacado por la época, por su inusual “coquetería”.
Les dejamos el documental sobre la localidad desaparecida de San Servando, en Cerro Largo, y su relación con el militar que describimos. Y los invitamos a suscribirse al newsletter mensual de Nautamedia Historia, porque estamos construyendo una comunidad de personas interesadas en la historia uruguaya.